Para aquellos que se encuentran al otro lado de los mostradores atendiendo al público en los centros comerciales, para aquellos que trabajan en el sector de grandes almacenes y para aquellos que se implican en la defensa de los derechos de los trabajadores en este país e incluso a nivel europeo, no ha supuesto ninguna sorpresa.
El “gigante verde” de la distribución española es bien conocido en todos esos círculos como un auténtico depredador de algunos derechos fundamentales como es el relativo a la libertad sindical.
Si bien “El Corte Inglés” rara vez aparece en los medios de comunicación por noticias como ésta (véase la carta abierta que sobre este tema publicaba el director del periódico El Economista en su diario en marzo de 2006), en ocasiones algún medio afronta con valentía la retirada de la publicidad millonaria que proporciona esta empresa y se atreve a desvelar lo que es un secreto a voces en el sector del comercio minorista.
Casos y casos de acoso laboral engrosan el haber de una compañía que actúa bajo la premisa de no llevar a cabo despidos, sino que sean los propios trabajadores y trabajadoras los que causen bajas voluntarias en la empresa, lo que se traduce en un goteo continuo de personas que van desapareciendo de las plantillas y cuyas vidas quedan marcadas por experiencias más cercanas a la ciencia ficción que a la realidad laboral de un país democrático.
Algunos de ellos y ellas son capaces, sostenidos y alentados por su entorno, de enfrentarse a Goliat y poco a poco han ido aumentando la jurisprudencia española con sentencias en las que, en demasiadas ocasiones, los jueces se encuentran ante trabajadores o trabajadoras en tal estado que la propia Seguridad Social española reconoce de inmediato, como situaciones de invalidez permanente total en relación al estrés laboral al que han sido sometidos, algo que los sindicatos de clase de este país no nos cansamos de denunciar con el apoyo de la totalidad de sindicatos europeos, que en cualquier foro del sector de comercio, elevan la voz contra la represión que ejerce “El Corte Inglés”.
Si ya de por sí esta política empresarial perfectamente orquestada desde la dirección de personal de la empresa y, en muchas ocasiones, ejecutada por sus propios departamentos sindicales, FASGA y FETICO, muestra las líneas más retrogradas de gestión empresarial de estos grandes almacenes, cuando se trata de anular a un trabajador o trabajadora por sus afinidades, afiliación o actividad sindical en un sindicato de clase, el sinsentido más absoluto emerge de las entrañas de este gigante como reacción inmediata ante la desfachatez de no dejarse pisar y de atreverse a pensar algo diferente a lo mandado.
Uno de los últimos casos, visto por el juzgado de lo social número 2 de Pamplona, en virtud de una demanda presentada por una representante de los trabajadores y, a su vez, responsable de la UGT a nivel provincial, constituye un buen ejemplo de la prepotencia con la que actúa “El Corte Inglés” seguramente fruto de la impunidad a la que está habituado.
Un proceso que, tras dos años de actuaciones, demuestra como una trabajadora ha sido severamente represaliada con modificaciones tales como cambio de departamento, rebaja de categoría profesional, el paso de un horario continuo a otro partido, etc… Y es que el delito cometido por la trabajadora fue ampararse en un derecho constitucionalmente reconocido y ser elegida en unas elecciones sindicales como RLT de la UGT con el agravante que suponía ostentar una categoría profesional de coordinadora algo que para la empresa resultó, sencillamente, inaceptable.
La sentencia muestra como la justicia es demoledora ante actuaciones como la descrita y condena a la empresa “El Corte Inglés” a cesar de inmediato en esa conducta represiva del derecho de libertad sindical reponiendo a la trabajadora a sus anteriores circunstancias funcionales, de turno y de horario, así como, a una indemnización por daños y perjuicios.
En esta ocasión, la valentía de la trabajadora, su convencimiento y compromiso con la defensa de los derechos de los trabajadores ha supuesto un paso importante en nuestra lucha contra el mal endémico del sector de grandes almacenes. Nuestra responsabilidad, ahora, es su máxima difusión porque la verdad se corrompe tanto con la memoria como con el silencio.
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