Madrid, 18 de septiembre de 2012.
Esta mañana ha tenido lugar, en la Audiencia Nacional ,
la celebración de la vista por las agresiones que están sufriendo los
trabajadores y trabajadoras de Carrefour tras la firma en el seno de la
empresa, el pasado verano, de un acuerdo que modificaba las condiciones
laborales de la plantilla, sobrepasando todos los límites de la decencia.
A pesar de que Carrefour ha intentado que no se
celebrase el juicio, alegando excusas vagas como que no había recibido con el
tiempo de antelación necesario la demanda de UGT, el presidente de la sala ha instado
a que se siguiera adelante, por lo que la empresa se ha visto abocada,
finalmente, a entrar a explicar los términos del acuerdo.
Curiosamente, aquello que entonces alegaba la empresa
para llevar a cabo esos "ajustes" en su plantilla, hoy había desaparecido,
reconociendo que, ciertamente, la empresa no tiene pérdidas económicas, cuando
era esa una de las principales causas que plantearon en su día al Comité de
empresa, pese a la fuerte oposición de los sindicatos de clase que
manifestábamos durante toda la negociación que eso no estaba documentado, pero
que la empresa entendía no debían justificar porque sus fieles amigos
paraempresarios ya habían dado su consentimiento a firmar fuera lo que fuera lo
que les pusieran delante, no sabemos a cambio de qué.
Por parte de UGT ha quedado demostrado tanto los
términos inconstitucionales del acuerdo al discriminar a distintos colectivos
de trabajadores debido a su tipo de contrato (total o parcial) o fecha de
ingreso en la empresa, así como, el hecho de que la empresa en ningún momento
tuvo buena fe negociadora, sino que se limitó a escenificar una burla de
negociación, a modo de teatrito, para que quedara el trámite revestido de
legalidad pero poniendo de manifiesto el poco respeto que la dirección de
Carrefour tiene por sus trabajadores y trabajadoras y, en definitiva, que
estamos ante un descuelgue del convenio vigente.
El representante del Comité de la empresa presente como
testigo y perteneciente a una de las organizaciones afines a los intereses de
la empresa, ha seguido a pie juntillas las directrices que le habían fijado
para su declaración, olvidando a quién se supone representa, mientras que los
abogados que representaban a esas mismas organizaciones, fasga y fetico,
sentados a la vera de su patrón, decían amén a todo lo que la empresa iba
señalando.
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