Esas pueden ser una de las notas más significativas y sangrantes del recién firmado Convenio Colectivo de Grandes Almacenes, y del éxito logrado por la patronal ANGED con la inestimable ayuda
de los paraempresarios de Fetico y Fasga.
Una congelación y una rebaja de los salarios
en un sector que está conformado por las grandes
empresas de la distribución comercial y que anunciaban
unos buenos resultados en sus cuentas en el 2011, que iban desde los 371 millones
de Carrefour, pasando por los 210 millones de El Corte Inglés a los más moderados pero positivos de
Alcampo, Leroy Merlin y Makro que superaban los 37 millones.
Y con estos datos lograban un convenio que durante los próximos cuatro años tendrá los mismos salarios, sin perspectivas de mejora y con una
deuda pendiente del convenio vencido del 0,3%
y con la certeza de que estos salarios no se verán incrementados en su cuantía. Pero con la amenaza
plasmada en el convenio y con la fecha fijada en el año 2015 de que puedan ser rebajados por decisión de la Comisión mixta si el consumo tiene
una evolución negativa. Hay que recordar
que será la misma Comisión Mixta que en el convenio que finaliza usurpó un 0,3% a los trabajadores y eliminó la garantía de revisión salarial.
Unos salarios que se varan reducidos de manera automática por el aumento de la jornada laboral anual en 28
horas, y que tendrá una mayor repercusión sobre los trabajadores y trabajadoras que están a jornada parcial, que son la gran mayoría del sector y especialmente en las líneas de cajas.
Pero no finaliza aquí la operación de jibarización salarial a la que se
dedicaron de manera intensiva la patronal y sus celosos acompañantes, y así han previsto un nuevo
mecanismo para las empresas que tengan centros de trabajo en situación de crisis, de tal manera que si un centro de trabajo
arrastra o se producen descensos de ventas a lo largo de tres años y en un promedio del 9% anual, verán reducido su salario base en hasta un 5% durante un año con posibilidad de que dicha reducción pueda ser prorrogable. Situación y tratamiento que traspasa los parámetros fijados en la
reforma laboral, puesto que fácilmente puede producirse que
una empresa con resultados positivos pueda reducir el salario de centros de trabajo
que vean reducidas sus ventas, rompiendo con ello la unidad de empresa y
facilitando las maniobras financieras a costa de los salarios de los
trabajadores.
Y a este maquiavélico planteamiento de la política salarial de los grandes almacenes hay que añadir la eliminación de un plumazo de los
complementos que se venían cobrando por el trabajo en
domingos y festivos, y a cambio de ello generalizando la obligación de trabajar en festivos a la totalidad de las plantillas.
Y como única perspectiva de mejora en
los salarios plantean una mísera compensación que no tendrá carácter consolidable, si durante la vigencia del convenio (
2013-2016) el índice de comercio al por menor en grandes superficies y una
vez deducido el efecto de la inflación, se supera el índice del año 2010 en hasta dos puntos tendrán una gratificación del 0'5% del salario base,
de un 1% si el índice supera los dos puntos y
del 1,5% si el índice es superior en cuatro
puntos. Gratificaciones que no serán consolidables y en
consecuencia no tendrán efecto sobre las tablas
salariales que permanecerán inamovibles durante la
vigencia del convenio.
En conclusión, un nuevo negocio redondo de
las grandes superficies, que cargan sobre los ya mermados salarios el descenso
del consumo y deja intocable sus cifras de beneficio.
Y todo esto ha sido posible gracias a la solícita y dócil ayuda y acompañamiento de los paraempresarios de Fetico y Fasga que
ostentan y desprecian la mayoría sindical de la mesa
negociadora.
Todo esto era fruto de un atracón negociador que la patronal Anged y sus adlateleres
emprendían la mañana del día 30 de enero y finalizaba
pasadas las cuatro de la madrugada , para evitar el sonrojo de una anunciada
concentración que estaba convocada a las
puertas del hotel donde al día siguiente debía estar reunida la mesa negociadora.
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